Con el paso de
los años, la manera de entender características del Ser Humano me han ido
cambiando. El Ego, por poner un ejemplo, suscita uno de los debates más
intensos en estos tiempos que vivimos. Desde haberlo potenciado, vanagloriado
en la Sociedad en la que vivo, materializado en personajes que viven en las
portadas mediáticas de nuestra cultura; hasta verlo señalado como el enemigo
público a derribar, semejante al diablo.
Hoy, veo al
Ego como una herramienta que ha sido útil en el nivel de Conciencia de Tercera
Dimensión. Veo al Ego como el piloto automático de una nave. Éste, la ha guiado
por el camino de la Evolución a lo largo de siglos durante el tiempo que el
piloto humano estaba dormido. Pero como tal herramienta tiene sus capacidades
de decisión limitadas. Es sólo una ayuda al Ser Humano. Lo que nos ha ocurrido
es que al ir despertando de nuestro letargo, hemos comprobado que la nave ha
seguido un camino, que no estaba varada en algún rincón de este Universo. Desde
nuestra comodidad, hemos querido entender que no hacía falta hacer otra cosa
que disfrutar del viaje que ese piloto automático nos proponía, pues tomar el
mando de la nave requiere un esfuerzo que tras nuestra siesta consciente es una
tarea muy poco seductora.
A medida que
nos hemos ido desperezando, el deseo de que la nave tomara rumbos diferentes de
los que el piloto automático decidía ha ido creciendo hasta que en un momento
del viaje, optamos por sentarnos nosotros mismos frente el cuadro de mandos y
buscar la manera de desconectar el modo automático de navegación y pasar a
control manual y así poder dirigir el rumbo de la nave hacia dónde nuestros
deseos ahnelaban. El problema inmediato con que nos topamos es que tras mucho
tiempo entre dormidos y distraídos, no recordamos el protocolo de desconexión
de la navegación automática de la nave... y ahí estamos.
Desde ese
momento de toma de conciencia de la situación real, los Humanos parece que
vamos teniendo diversas reacciones respecto a qué hacer con ese piloto
automático.
Algunos se
sientan frente a la consola mirándola y elaboran teorías sobre cómo se podría
desconectar. Escriben libros, dan conferencias sobre la historia de los pilotos
automáticos, sus diferentes modelos, los diferentes idiomas que aparecen en la
pantalla de la consola, la morfología de las palancas, los colores de los
botones...
Otros, con
habilidades manuales tratan de abrir el cuadro de mandos para averiguar cómo
mecánica y electrónicamente funciona la nave y así poder encontrar la manera de
desconectar el piloto automático o en su defecto conseguir hacer un bypass en
el circuito eléctrico. Pero tanto tiempo sin ejercer el control de la nave, ni
simplemente pasear por ella, este grupo de Humanos no encuentra la caja de
herramientas. Y sólo con los dedos no es posible llegar a dónde querrían.
Otro grupo,
con menos paciencia, la emprende a golpes con el cuadro de mandos, tratando de
forzar la palanca, aunque no tienen idea si esa palanca tiene la utilidad que
suponen. Ante su impotencia proclaman que la nave la diseñó el mismísimo diablo
y que la única solución es abandonar la nave. Definitivamente para ellos, la
nave es una prisión que les priva de la libertad deseada por tanto tiempo para
lograr sentirse uno con el cosmos. Pero ante sus intentos de encontrar la salida
tampoco ven la manera de abrir la puerta, una vez la encontraron. Y los que de
entre ellos miran por la ventanilla comprueban que salir de la nave
significaría quedar flotando en el espacio, sin ningún lugar en el que poner
los pies.
Dicen que hay
otros Humanos que cansados de probar varias de las opciones antes descritas y
aún otras más, se han dejado caer en el asiento de la cabina. Que se han dado
cuenta de que el piloto automático simplemente es una opción que tiene la nave
y que de hecho, gracias a ella, la nave ha recorrido un largo camino a través
del Universo. Que sin ese piloto automático que muchos maldicen, no se habría
llegado a esta zona del Cosmos lleno de estrellas que han ido iluminando la
cabina de la nave a través de las ventanas y que ha permitido que pudieran
despertar por la luz y calor crecientes.
Tienen claro
que es momento de tomar el mando de la nave. Y que sólo falta desconectar el
piloto automático de la manera adecuada, pues ya cumplió su misión... Misión
ordenada en su día por quién? ... nosotros mismos?...
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